El destete es un camino muy delicado, no sólo desde un punto de vista nutritivo: es un primer paso importante hacia la autonomía.
Desde una perspectiva psicológica el destete es el primer momento imprtante de desapego parcial y, por lo tanto, autonomía de la figura materna.
Por lo tanto, el ritmo del niño debe ser respetado, favoreciendo este delicado pasaje de una manera relajada.
El propio niño puede mostrar los primeros signos de apertura al cambio, al estar distraído durante la lactancia y mostrando su curiosidad por lo que están comiendo sus padres o hermanos mayores.
En cualquier caso, los alimentos deben ser ofrecidos sin imposición e incluso a través de prueba y error. A pesar de la curiosidad del niño, la desconfianza hacia los nuevos alimentos es normal y si se fuerza al niño se puede poner en riesgo su confianza generando una negativa que continuará en el tiempo.
Las comidas no deben ser asociadas con ansiedades y tensiones, la comida no debe ser utilizada como un premio o un castigo porque de la actitud de los padres depende la actitud positiva hacia la comida que acompañará al niño hacia la edad adulta.